Los feacios organizan unos juegos deportivos y aunque yo no quería participar, al final tuve que hacerlo para que no creyeran que no servía para nada. Estos juegos se acompañaban de canciones sobre Troya que me ponían muy triste. El rey se dio cuenta de mi tristeza y al preguntarme el por qué de mi dolor le dije quién era. Todos los feacios se emocionaron mucho y terminaron de ayudarme a preparar mi viaje de regreso a casa haciéndome muchos regalos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario