- Lestrigones: eran un pueblo de gigantes antropófagos de la mitología griega. En Las aventuras de Ulises, Odiseo y sus compañeros llegaron en una docena de embarcaciones a la ciudad de los Lestrigones. Los barcos del héroe entraron en un puerto rodeado por abruptos acantilados, con sólo una entrada entre dos promontorios. Los capitanes metieron sus naves dentro del puerto muy juntas entre sí. Odiseo guardó su nave fuera del puerto siendo amarrada a una roca. Trepó a una roca alta para hacer un reconocimiento, pero sólo pudo ver algo de humo ascendiendo desde el suelo. Envió a tres de sus hombrespara que averiguasen algo sobre los habitantes de aquel misterioso lugar. Los hombres siguieron por un camino y encontraron a una joven mujer que se identificó como hija de Antífates, el rey, y los condujo a su casa. Al llegar allí contemplaron una gigantesca mujer, quien era la esposa del soberano de aquellas tierras. Inmediatamente llamó a su marido, que dejó la asamblea del pueblo y al llegar raptó a uno de los hombres y comenzó a engullirlo. Los otros dos hombres escaparon pero Antífates provocó un griterío y fueron perseguidos por miles de Lestrigones, que eran de tamaño gigantesco. Lanzaban rocas inmensas desde los acantilados con las que destrozaban los barcos griegos y arponearon a los hombres como a simples peces. Odiseo consiguió escapar con un único barco debido a que no fue atrapado en el puerto; el resto de las embarcaciones y algunos de sus tripulantes se perdieron. Al final, la única tripulación superviviente llegaría después a la cercana isla de Eea, morada de la maga Circe.
- Cíclopes: eran gigantes con un solo ojo en mitad de la frente. Los primeros cíclopes eran hijos de Urano y Gaya, dioses del cielo y de la tierra respectivamente. Quedaron encerrados en el cuerpo de su madre debido al miedo que su padre tenía de que le pudiesen destronar. Después de que el titán Cronos le arrebatase el trono a su padre Urano, fueron liberados durante un tiempo, pero pronto volvieron a ser encerrados en el Tártaro, la parte más desoladora del Averno. Zeus, hijo de Cronos, los liberó para siempre, pues él y sus hermanos necesitaban su ayuda para controlar el universo en la batalla de los titanes frente a Cronos y otros titanes. Los cíclopes, en agradecimiento por su liberación, le forjaron a Zeus sus rayos, a Poseidón su tridente y a Hades el casco que le hacía invisible. Pero Homero presenta un retrato muy distinto de ellos en la Odisea. En su regreso de Troya, Odiseo llegó a una isla habitada por los cíclopes. Se trataba de seres «confiados, sin leyes ni ideas sobre el cultivo de plantas, que confiaban en la gracia de los dioses», eran pastores primitivos poco hospitalarios. El cíclope Polifemo, hijo de Poseidón, devoró a seis de los hombres de Odiseo y mantuvo al resto de la tripulación encerrada en una cueva con el objetivo de devorarlos cuando tuviese hambre. Odiseo, que le aseguró a Polifemo que su nombre significaba «nadie», lo emborrachó y le clavó en su ojo una estaca prendida. Cuando los otros cíclopes le oyeron gritar, le aseguró a sus compañeros que «nadie» le había clavado una estaca en el ojo, lo que hizo que todos creyesen que había enloquecido. Esto permitió a Odiseo y sus hombres huir de la cueva ocultos en las pieles de las ovejas.
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